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Son pequeñísimos relatos de amor cotidiano en distintas etapas y con distintas circunstancias (hijos, viudedad, precariedad...). Cuenta los primeros encuentros de parejas, distanciamientos, rupturas abruptas, tanteos... Es bastante diverso. Hay algunos que me han gustado muchísimo y otros que me ha costado más acabar. No es un libro cursi, más bien íntimo y bastante incisivo en las descripciones y narraciones de las emociones. Un libro ligero para el verano que en muchos momentos me ha traído a la mente una viñeta de adelaxd que dice: «Siempre he desconfiado del amor. Sospecho que más que en amar la gente se concentra en durar, pero cuando hay una ruptura recobro la fe. Renunciar a la medalla de durar es mi prueba de que el objetivo era amar».

Leí (y lloré con) este poemario, por primera vez, en un ALSA volviendo de hacer unas oposiciones y con el corazón todavía un poco blando por los nervios. En la mayoría de poemas, Paula Melchor se dirige a su madre para comparar cómo se experimenta la vida, el amor, la tristeza o los cuidados en la familia y el pueblo del que viene frente a las relaciones y ciudad en la que vive. Todo ello lo juega a través de la comida, los cuidados a través de ella, las mesas llenas y algunas recetas. Usa un estilo muy directo y sin demasiados artificios que a mí me hace imposible no emocionarme.